Artículo 1

Revista: Año: 1 Núm. 1.
Tema Amor.
Por Homa Y. Francesc

Escuchar las penas de amor de otros siempre molesta.
No es gratuito, casual, que el amor, el comercio y la literatura estén juntas, casi revueltas, aquí. No deberían espantarse los bandos. Ni puro amor, ni puro dinero. Antes bien, ganas de ordenar de manera más justa su entrelazamiento. Hoy habría un cortocircuito como su juntura. Habría que llevarla hasta su punto de problema, hasta que se pongan en cuestión… Y ya veremos qué pasa…
Nada irreflexivo e inocente hay aquí. ¿Cómo podría ser inocente contar sobre amor sin contar dinero? Leer algo sobre el amor, un texto entre anuncios. ¿Quién es el capaz de consumir amor? ¿Dónde se halla quién no malgaste la literatura? ¡Quiero ver a aquel que no se le revuelvan las ideas, el estómago y el corazón con este entrelazamiento! Los textos y los anuncios están aquí.
¡Vamos, consuman algo! ¡Vamos, ámense más y mejor! ¡Vamos, un poco de pensamiento!


Parecemos hojas cuando nos miramos: apenas un poco de aire y casi te me vas de los ojos, casi nos dejamos solos otra vez: nos resbalamos nos corremos los cuerpos: los alargamos: nos hacemos dueños de algo más que el espacio donde estamos juntos. Nos desacomodamos del tiempo, nos fracturamos y en la juntura nos confundimos las venas, los huesos. Nunca alcanzamos a irnos, ya se nos hizo raíz entre los cuerpos.
Enraizar-enamorar-se

Pathos
llegan palabras
burdeletras
palebrijes
terreno dice
preciso decirlo
¿leer?
doxa (opinión)
vendaval y letras
a contrapelo
espinas dorsales
la letra dueña
cuencas inapropiadas
vagancias laterales
vuelos
sobrevuelos
verso y opinión
sin ambages
llovía
canícula dentro
versar
lírico, lúdico y somático
solaz
soma
cavilaciones
tura de turas
pathos


ZZzzzZZzz
¡Patán!
no quiero odiar
jajajaj que gracioso eres jajaja
asumo la puta responsabilidad de no provocarme
felicidad
¿estar tirada viendo la tv?
tener mis cosas conmigo y sin ti
me desbordé, me equivoqué otra vez
me gusta mucho lo que somos juntos
¿Hasta cuándo yo, maldita, hasta cuándo yo?
sobreviviendo el día infame del amor
Te quiero muchísimo.



Amor a última vista
Por José Francisco Barrón Tovar.

"Pero no era feliz, no lo había sido nunca. ¿De dónde venía aquella inconsistencia de la vida, 
aquella podredumbre fulminante de todas las cosas en que trataba de apoyarse?"
Gustave Flaubert. Madame Bovary

Mi amor es un amor de antes de la guerra” es una estrofa de una canción de Joan Manuel Serrat. Ella expresa más de lo que dice. Es raro como los conceptos que expresan un momento histórico casi nunca se dicen en un solo lugar y de una vez por todas. Antes bien, se hallan regados aquí y allá. La frase de Serrat separa el amor en dos épocas antes y después de la guerra. Eso, ya es distinguir las cosas, decirnos algo de nosotros mismos y de nuestro amor. Eso es pensar el amor.


Por otra parte, lejos de la estrofa, en un texto sobre Baudelaire, Walter Benjamin nos da otros elementos del diagnóstico de lo que el amor se nos ha vuelto, desde el siglo XIX hasta el día de hoy. Después de haber sufrido la destrucción masiva, planificada y recurrente de los cuerpos, el amor se vuelve pura excitación y una huída berrinchuda. Se podría hacer, primeramente, una larga lista de lo que ha dejado y ya no puede ser: lo que mueve el universo como en Dante; una locura divina como en Platón; una unión políticosocial como en algunos renacentistas; un código muy estricto de entrada en una clase social como en los cortesanos; un sentimiento identificado con la muerte y el arte genial como en los románticos; una especie de pasión cercana a la enfermedad como en los helenistas; un atributo de un dios eternamente bondadoso y un largo etcétera.

Para pensar nuestro amor dos fenómenos deben volverse urgentes: la última vista y las excitaciones sexuales. Estos dos fenómenos conforman un ámbito de peligro. Este peligro hace indeseable al amor, lo vuelve impracticable, lo vuelve inaccesible e imposible. El amor se había convertido con los ro¬mánticos en un puro sentimiento en el que los individuos debían encontrar el sentido de su existencia. Pero como puro sentimiento se volvía inaprensible, se convertía en un sentido fuera del alcance de los individuos. Era el sentido de la existencia pero huido de la vida cotidiana. Y no fueron los deseos individuales de los cuerpos individuales los que modificaron la práctica amorosa. Es ingenuo pensar que ya somos dueños de lo que nos pasa. Fueron las guerras de exterminio, las destrucciones planificadas de los cuerpos.

Por una parte, redujeron la práctica amorosa a la simple reacción sexual. El peligro de muerte bajo el que estuvo sometido la hu¬manidad en el siglo XX, le llevó a reducir sus condiciones de vida a la pura sobrevivencia del cuerpo. Había que salvar aunque sea el pellejo. De allí la transformación del arte del cuerpo. El amor siempre ha sido una cuestión de flujos y de carnes, pero de flujos y de carnes con algún sentido. Ahora se trata de pura carne, sin sentido. De allí la sobrevaloración de lo sexual. El éxito de la pornografía, el turismo sexual, la trata de mujeres, hombres y niñas, las redes de prostitución mundiales, son expresiones geopolíticas de esa transformación. ¡Terribles expresiones!